Lo primero que dejará perplejo al espectador es la modernidad de los planteamientos de la obra. Corrupción, lujuria, codicia desorbitada y unos personajes que creados hace 21 siglos nos miran y nos dicen: soy como tú. Y sí, yo soy Panfilo y soy como tú, pero también soy un Benny Hill mirando las piernas de una enfermera, y Harpo Marx corriendo detrás de una corista, y quizás sea como ese irresistible Don Juan que tantos descalabros morales cometió y de cuya memoria se guarda respeto gracias al perdón obtenido en la Confesión. Lo malo del protagonista es que no reúne los atractivos del personaje de Zorrilla pero sí suficiente riqueza para saltar despreocupado de un lecho a otro.
12 de agosto de 2022
Mercado de amores
De Plauto / Eduardo Galán