A su regreso a Roma, Coriolano recibe la bienvenida de un héroe, y el Senado se dispone a nombrarle cónsul. Con el fin de obtener este cargo, según marcan las costumbres, Coriolano ha de salir a pedir los votos de los plebeyos, una tarea a la que se compromete a regañadientes. Al principio, la gente común se muestra dispuesta a darle sus votos, pero luego revierte su decisión ante la insistencia de los tribunos, Bruto y Sicinio quienes consideran a Coriolano un enemigo del pueblo. Coriolano es incapaz de controlar su orgullo herido y en un arrebato de furia cuestiona la soberanía misma del pueblo. Bruto y Sicinio lo declaran traidor al Estado romano y Coriolano es condenado al exilio.
24 de julio de 2015, 22:30h
Coriolano
de William Shakespeare