No hay en “Bacantes” ninguna enseñanza moral, sino una pura catarsis, una descarga brutal de adrenalina que nos lleva a la esencia de la tragedia griega… Es también una obra sobre el propio hecho teatral y sus efectos: Penteo es un espectador que desea ver aquello que le horroriza, pero que no es capaz de captar el carácter sagrado de la representación que pone en juego Dioniso frente a él… Nuestra propuesta pretende rescatar esa esencia, ese carácter salvaje, transgresor y catártico de la obra, llevando al espectador por el camino que va desde el trance al horror. Y queremos hacerlo a través de la música.
Los ritos dionisíacos (en los cuales se halla el origen del teatro) se basan en la música y el trance, entendido éste como el efecto físico y mental que provoca el dios al penetrar, a través de esa música, en el cuerpo y el alma de una persona. Es fácil imaginar un equivalente contemporáneo de estos ritos en los estados de euforia y éxtasis que provoca la música electrónica.
Los ciudadanos abandonan sus hogares y sus vidas para adentrarse en un mundo desconocido, clandestino, el mundo de la música y el ritual dionisíaco. Pero Penteo, paradigma del hombre que ha
sustituido el alma por la conciencia y lo sagrado por la moral, es incapaz de conectar con este ritual. Él se opone a Dioniso porque es incapaz de aceptar al diferente, y se niega a reconocer en sí mismo aquello que le resulta extraño y desconocido. El rechazo de Penteo provoca que Dioniso muestre su rostro más terrible y cruel, desestabilizando brutalmente el orden social. Los dos anteponen su visión del mundo al bien común. Es un enfrentamiento entre dos fuerzas igual de destructivas, igual de obstinadas, igual de brutales.
Lo que queda tras “Bacantes” no es ni el orden de Penteo ni el orden de Dioniso. Es, simplemente, el caos y el horror.
SINOPSIS
Anochece. Dioniso regresa de incógnito a Tebas, su ciudad natal. A las afueras, en un descampado abandonado donde se halla la tumba en ruinas de su madre, prepara su venganza contra aquellos que niegan su divinidad. A través de su música, pone en trance a todos los habitantes de la ciudad, haciéndoles salir de sus casas y obligándoles a participar, de forma clandestina, en sus rituales prohibidos. Tan sólo Penteo, gobernante de Tebas y primo de Dioniso, parece inmune a los efectos de la locura colectiva desencadenada por el dios, y acude para poner fin a la bacanal. Pero lo que él no sabe es que el dios le reserva otro rol muy distinto en su venganza. Penteo será el chivo expiatorio, la víctima del sacrificio con la que la ciudad deberá pagar su desobediencia.
Dioniso jugará con él para hacerle caer en la trampa de su vanidad y llevar así a todos a la destrucción. Tras la fiesta dionisíaca, nada volverá a ser lo mismo. Al llegar el día, los ciudadanos tomarán conciencia de todo lo ocurrido. Y, entonces, el dolor será terrible.