El Teatro Romano es, sin duda, el monumento más representativo de Mérida. Y, por extensión, también es el escenario más emblemático de la larga trayectoria de su Festival Internacional de Teatro Clásico, que se desarrolla en él desde 1933. A día de hoy, sigue siendo un lujo poder disfrutar de una representación teatral en una noche de verano en el mismo lugar donde ya se hacía hace más de dos mil años.
Y es que, según consta en una inscripción realizada en el propio teatro, su construcción se produjo entre los años 15 y 16 a.C. por instancia del cónsul Maco Vipsanio Agripa.
Ante tan larga existencia, y al estar totalmente expuesto a las inclemencias meteorológicas, es normal que haya sufrido varias remodelaciones, la más importante de las cuales tuvo lugar a finales del siglo I o principios del siglo II, al parecer en la época del emperador Trajano. Fue entonces cuando se levantó la actual fachada o frente de escena, que cuenta con tres vanos por donde acceden los actores al escenario. Más adelante, entre los años 330 y 340, bajo el gobierno del emperador Constantino, se introdujeron nuevos elementos arquitectónicos-decorativos, así como una calzada de cemento.
El Teatro Romano llegó a tener un aforo de seis mil espectadores. Éstos se distribuían de abajo a arriba según su rango social en tres sectores de gradas o caveas, que estaban separadas por pasillos y barreras, y a las que se llegaba por escalerillas situadas de manera radial. Para acceder a los vomitorios o accesos se establecieron una serie de pasillos.
Cierta decadencia le sobrevino con los años de desarrollo del cristianismo, que consideraba el teatro como algo inmoral. Por ello, el Teatro Romano se abandonó e incluso se cubrió con arena, de tal manera que solo quedó visible su graderío superior (summa cavea). Posteriormente recibió el nombre popular de “Las siete sillas” ya que, según la tradición, se decía que allí se habían sentado los diversos reyes musulmanes para decidir el destino de la ciudad. Su excavación no comenzó hasta 1910.
El Conjunto Arqueológico de Mérida, en el que se ubica el Teatro Romano y que es uno de los principales y más variados conjuntos arqueológicos de España, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993. El teatro se encuentra en una situación periférica dentro de la ciudad romana, junto a la muralla, y con gran parte de su graderío apoyado en el cerro de San Albín.